miércoles, 23 de noviembre de 2011

El verdadero "amor" para Ibn Hazm en el Collar de la Paloma.

"La paloma es el alma controlada por un amo divino que dispone de ella;

será juzgada por sus propios actos pues el alma es libre de tejer su propio
collar, su propio destino".


    Para Ibn Hazm el “amor” es algo que radica en la misma esencia del Alma, aún así, advierte que el amor también es aquel que se da entre amigos, aquel que nos empuja al conocimiento, el que nos guía a la virtud, el amor entre parientes, etc.. Pero sin duda alguna el mejor para él, es aquel que se encuentra en la afinidad de las almas:


“Todo esto confirma la idea de que este auténtico amor es una elección espiritual y una como fusión de las almas”.

“Difieren entre sí las gentes sobre la naturaleza del amor y hablan y no acaban sobre ella. Mi parecer es que consiste en la unión entre partes de almas que, en este mundo creado, andan divididas, en relación a cómo primero eran en su elevada esencia: pero no en el sentido en que lo afirma Muammad Ibn Dawud (¡Dios se apiade de él) cuando, respaldándose en la opinión de cierto filósofo, dice que , sino en el sentido de la mutua relación que sus potencias tuvieron en la morada de su altísimo mundo y de la vecindad que ahora tienen en la forma de su actual composición”. (HAZM Ibn, pp 101). 

Ibn Hazm hace referencia de este amor sublime, bello por sí mismo que está condenado a realizarse. Él mismo hace alusión que este se apodera del alma y no puede desaparecer sino con la muerte. Pero como nosotros mismos hemos leído ya en el texto donde Ibn Hazm menciona que en algunas ocasiones aún a pesar de amarse las dos personas, pareciera que uno se resiste más que el otro; con esto, Ibn Hazm contesta que el amante se ha quitado ya de todos ellos velos terrenales que aún aprisionan al amado, pues, de la misma manera que el hierro atrae para sí el imán, el amante, quién posee más fuerza de amor, logrará quitar el velo que los separa y así de esta manera hacer ver al amado el esplendor de su otra alma:

"Alguien podrá replicar que, siendo esto así, el amor
debería ser el mismo en el amante que en el amado,
supuesto que estas dos son partes que antes estuvieron
unidas y es una su suerte. La respuesta es la siguiente:
Esta objeción, por vida mía, es razonable. Aora bien,
el alma de quien no corresponde al amor que otra le
tiene, está rodeada por todas partes de algunos accidente
que la encubren y de velos de naturaleza terrenal que la
ciñen, y por ello no percibe la otra parte que estuvo
unida con ella, antes de venir a parar donde ahora está,
pero, sí se viera libre, ambas se igualarían en la unión y
en el amor. En cambio, el alma del amante está libre, y
como sabe el lugar en que se encuentra la otra alma con
quien estuvo unida y vecina, la busca, tiende a ella, la
persigue, anhela encontrarse con ella y la atrae a sí,
cuando puede, como el hierro a la piedra imán. La fuerza
de la esencia del imán, aunque enlazada con la fuerza de
la esencia del hierro, no puede, por su propio impulso y
por su impureza, encaminarse hacia el hierro, aunque sea
afín suyo y de su mismo elemento, sino que es la fuerza
del hierro, por su mayor potencia, la que se encamnia
hacia su afín y se siente atraída hacia él, ya que el movimiento,
busca la unión con su semejante, se dedica por
entero a él, y corre hacia él a impulsos de su propia naturaleza
y como por necesidad, no por un movimiento
voluntario y deliberado. Ahora bien: si tú retienes al hierro
en tu mano, no siente ya la atracción de la piedra imán,
porque su fuerza no puede vencer la del que lo retiene,
que es mayor que ella. Del mismo modo, si las partículas
del hierro son muchas, obran unas sobre otras y esta
acción recíproca anula la fuerza, relativament más débil,
que las obliga a desplazarse hacia el otro cuerpo; pero,
cuando aumente el volumen del imán y sus fuerzas
equivalen a la de todas la fuerzas del volumendel hierro,
éste retonra asu condición habitual".

   Nos menciona también Ibn Hazm una analogía del “amor” como una dolencia, cuya medicina está en sí misma, aunque deliciosa y apetecible… De ahí todas estas atribuciones al “amor” de desdicha, pero es más bien, el saber tratarlo. “Corrobora esta opinión el hecho de que sabemos que existen diferentes suertes amor. Es el mejor el de los que se aman en Dios Honrado y Poderoso, bien por el esfuerzo que ambos ponen en una obra común, bien por coincidir en los principios de una secta o escuela, bien por compartir la excelencia de un saber que puede ser otorgad al hombre:

Mi amor por ti, que es eterno por su propia esencia,
ha llegado a su apogeo, y no puede menguar ni crecer.
No tiene más causa ni motivo que la voluntad de amar.
¡Dios me libre de que nadie le conozca otro!
Cundo vemos que una cosa tiene su causa en sí misma,
goza de una existencia que no se extingue jamás;
pero si la tiene en algo distinto,
Cesará cuando ese la causa de que depende”.



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