miércoles, 23 de noviembre de 2011

Dos pequeños poemas de Ibn Hazm.


“Las nubes han tomado lecciones de mis ojos
y todo lo anegan en lluvia pertinaz,
que estanoche, por tu culpa, llora conmigo
y viene a distraerme en mi insomnio.
Si las tienieblas no hubiesen de acabar
Hasta que se cerraran mis párpados en el sueño,
No habría manera de llegar a ver el día,
Y el desvelo aumentaría por instantes.
Los luceros, cuyo fulgor ocultan las nubes
A la mirada de los ojos humanos,
Son como ese amor tuyo que encubro, delicia mía,
Y que tampoco es visible más que en hipótesis”.


“Pastor soy de estrellas, como si tuviera a mi cargo
apacentar todos los astros fijos y planetas.
Las estrellas en la noche son el símbolo de los fuegos de amor encendidos en la tiniebla de mi mente.
Parece que soy el guarda de este jardín verde oscuro del firmamento,
cuyas altas yerbas están bordadas de narcisos.
Si Tolomeo viviera, reconocería que soy
el más docto de los hombres en espiar el curso de los astros”.





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