domingo, 15 de julio de 2012

El tren de la deriva


Hoy serán todas mis lágrimas exiliadas al desierto, a la tierra de la nada.
Donde habitan las tinieblas, las costras y las llagas.
Donde se hunden las estrellas entre rocas y entre penas.
¿Pero no era de esperarse que ella musa, me protegiera?
Me esfumo de mi rostro para huir de la tristeza.
Se apagan mis ojos de dolor y de condena.
La amargura me contempla.
Gimen mis manos, ya no hacen más poesía mis labios.
¿Es esta caída, nuestra?
Te envolví de mis caricias, te fundiste en mis lagos.
Necesidad de nada hubo; pues hablamos de lo que solo hablan los magos.
Y ahora en el aire solo flotan algas.
Ahora en la luna ya no se posan las hadas.
No me quites mi momento, no me obligues a borrarlo.
Que ya fue suficiente de egoísmos y de errores.
Que ya fue suficiente de mentiras, de plegarias. De sueños y caprichos.
Porque cuando niña me asomé a aquella ventana; destinos y universos me esperaban ...me invitaban.
Y hoy parece ya no haber nada.
¡Ohh!, no llores los recuerdos y anda; date la vuelta, ¡baila!
Que más allá las palabras matan.
Abre una nueva puerta y salta, sana.
Toma el tren de la deriva y canta, siempre canta.


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