domingo, 8 de abril de 2012

Catrina

Ahí, recostada,
tan pensativa que no te atreverías a interrumpirla.
¿Es la forma o su ser quién responde a esa belleza?
El negro flameante que como terciopelo enigmatiza todo su cuerpo.
Ese pecho hinchado y blanco.
Es Catrina.
Su orgullo y su fuerza tan a simple vista, te obligan a concederle no menos que una reverencia.
Una mirada tan penetrante que temes no estar a su altura.
Vino de la calle, seguro que muchas dificultades antes pasó.
No sé si acaso es ese pelaje catrín que la hace tan dinstintiva, tan especial.
Pues no desmerece junto a ninguna, por más fina que esta otra sea.
Catrina.
Un día llegó a mi casa.
Se posó en aquel jardín y mi madre un tazón de leche le brindó.
Desde aquel momento ella regresó todas las noches.
Bebía un poco, se dirigía a donde estaba su alimento y nos observaba.
 Y antes de poder acariciarla, huía.
Sin embargo, todas las noches ahí regresaba,
hasta que un día ya nunca más se fue y se quedó
.....
Sigue aquí, tan femenina.
Sigue aquí a mi lado, añorando.
Con una barriga enorme y a punto de dar a luz.
Su enamorado que tantas veces por ella luchó,
frente a mi se encuentra y ya salta la ventana para acercarse una vez más.
Él la conquistó.
Ella, que siempre había sido tan uraña todas las noches ahora le espera.
A veces él ya no está con ella, sale a la calle y en ocasiones solo viene a comer.
Pero ella se emociona, le observa.
Nunca ella lo busca, es orgullosa.
Muy enamorada de él, pero orgullosa.
Y para mí eso denota más de su belleza.
Con ese semblante de madre y de fiera.
Digna de sí, que lo ama y en su vientre guarda su fruto.
Pero ella no recibe limosnas de nadie.
Aunque es hoy desde hace meses, el primer día que de mí demanda caricias y me ha permitido jugar un tiempecito con ella.
Adivino ya todo su Ser.
No me atrevo a irrumpir su espacio, solo espero que concienta en mi compasión; de mi agrado y amor por ella.
Catrina.
Presencia de la Naturaleza.
Soberana de tí misma, tú nombre honra tu belleza.
Tú paciencia ennoblece aún más tu dignidad.
A punto de ser madre y ahí quieta como estás,
el milagro recreándose dentro de ti.
Mientras yo escribo y tú padeces
          mientras yo te inmortalizo,
          tú mortalizas a tus hijos.
Catrina:
todo la grandeza que veo en ti es suficiente para sublimar la magnificencia y gracia de la vida.


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