martes, 5 de julio de 2011

Estación Soledad

Al unísono de tu voz, siento mi cuerpo flotar en el tren de la inseguridad.
Nadando absorta a la espera de tu presencia,
aguardando por una ilusión que puede nunca llegar
que muy bien puede olvidarme en estación Soledad.
Inmenso mar, profundo e intranquilo
me duelen ya los ojos que como ríos, desbordan la fuente de tu motor principal;
aquel día en que mis sueños rotos se materializaron
creando un ser condenado,
esclavo
al servicio de conceptos
para así escribir, y de alguna manera poder subsistir.

Al unísono de tu voz
se quebranta la frágil  muralla que una noche triste,
gris,
a hurtadillas construí.
Para protegerme de ti, o quizás de mi.
...Se desmorona la mujer que una vez miró a lo alto al cielo
que cantó, que gozó, que voló.
Una mujer que fue atacada por gigantescas nubes negras y de esta manera despojada de la luz del Sol.
Fue así que construí una barca.
Le coloqué una almohada, la cubrí de sábanas y unas tantas canciones de Esperanza.

Basto océano, antes y después de ti no hay hogar,
sola navego ahora aguardando tierra libertad.
Desnuda
para que la Luna me acaricie cuando advierta mi naturaleza femenina
y así se compadezca
como las hermanas que somos en el transitar de una fría noche más.

Naturaleza muerta, es lo único que toma sentido.

Vida, cuando recorría los campos del Paraíso.
Vida, cuando jugaba con jazmin ...con jade.
Cuando el candor de tus labios me estremecía, me humedecía.
Vida, si acaso te pronuncio una vez más ¿prometes llevarme lejos de estación Soledad?
Vida, tú y yo somos una, no me niegues más.

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