martes, 13 de abril de 2010

KASPAR HAUSER, símbolo de la orfandad moderna


Corría el año 1828 en la ciudad de Nuremberg. Era primavera. Un individuo silvestre apareció en la plaza principal. La gente, estupefacta, comenzó acercarse para mirarle. Viandantes, peatones y guardias de la ciudad pensaron que se trataba de un vagabundo. Lo llevaron detenido. Después de un interrogatorio notaron que algo en este personaje no estaba bien, apenas podía mantenerse de pie y sólo balbuceaba un nombre: Kaspar Hauser.
Al nacer (parece que en 1812) Kaspar de inmediato fue secuestrado y mantenido durante 16 años en oscuridad. No tuvo contacto con personas ni animales. Nunca antes vio el sol ni la brillantez de las estrellas, Su encierro lo mantuvo siempre en la misma posiición física, por lo que no sabía caminar. Se le alimentó exclusivamente con pan negro y agua. Sus extremidades presentaban anomalías. El lenguaje nunca lo tocó, sólo sus sueños. Su conciencia tenía rasgos precarios, no desarrolló prejuicios y presentaba hipersensibilidad.
Las razones de su cautiverio no son a ciencia cierta conocidas. Hay varias hipótesis, pero no se ha comprobado nada. La más conocida de ellas plantea que Kaspar pertenecía a una familia de la realeza alemana y que por venganza se le impidió crecer junto a los suyos.
La sociedad de Nuremberg en un primer momento, mostró calidez, adoptó a Kaspar. Pero las familias que decidían cuidarlo perdían la paciencia por la extrañeza y dificultad que ese requería para "civilizar al joven salvaje". Así pasó de casa en casa, de la hospitalidad. Hasta que el célebre jurista Anselm von Feuerbach se convirtió en su protector, Kaspar conoció algo de paz.
El asombro, la sensibilidad y entendimiento de Feuerbach lo llevaron a redactar desde sus primeros encuentros con el expósito de una biografía de Hauser:
"Un delito contra el alma del hombre". Profundo texto que destaca por su desbordado humanismo. ya que no sólo relata los crueles sinsabores que Kaspar experimentó con los hombres y las extremas dificultades para adaptarse a las normas sociales, sino que retoma anécdotas bellísimas del sentir de Hauser que nos dan para reflexionar en cuánto nos hemos equivocado con lo que llamamos mundo civilizado.
La biografía de Hauser (llevada al cine en 1975 por Werner Herzog) no se conocía en nuestro idioma hasta que la Asociación Española de Neuropsiquiatría publicó una excelente edición (1997), que incluye un estudio especializado, los dibujos que realizó Hauser y comentarios de poetas y filósofos que se conmovieron con el caso: Schopenhauer, Benjamin, Verlaine, Rilke y Trakl, entre otros. Con el paso del tiempo, este texto ha ganado importancia en el campo de la psiquiatría por el conocimiento que arroja la psique, y se ha convertido en un enigmático tema literario.
En
Un delito contra el alma del hombre Feuerbach expone desde su posición de jurista, una teoría acerca de los daños más hondos que puede hacer un hombre a otro: aislarlo de la comunidad y encerrar su alma. Este último, subraya, es el más terrible de los crímenes. Así concibe el caso de su protegido: un crimen irreversible.
La historia de Kaspar, en cierta forma, se compara con la de los cautivos de la caverna del mito platónico, nunca salió por completo de su cárcel. Fue víctima de la humanidad, a solas y en comunidad. Su triste paso por el mundo terminó en 1833, cuando un desconocido lo llamó hacia el jardín real de Ansbach, y lo apuñaló. Nunca se despejaron las sombras de su vida ni de su muerte.


Francisco Goñi

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