Huyeron,
volaron en lo alto a la luz Serena.
De entre tiranos escaparon,
de entre hombres dominados por la bestia de sí.
Pero ellas danzan;
lloran también, y aman.
Tonto tú,
no reconociste lo que ellas pregonaban
Alabanzas dionisiacas y también sacras.
A oídos sordos cantaban,
mientras el eco del caos en ti resonaba.
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