sábado, 28 de enero de 2012

Perdida en el espejo

Perdida en los designios de mi espejo soy presa fácil de mi mente.
La locura hace de las suyas y yo soy su más servil fiera.
En estas, las tijeras, el dolor se aligera,
el fango espeso espera y mi reflejo me condena.
Este no habla, sino que ruge; me grita y maulla en la noche eterna.
Sus mejillas rotas de vergûenza, de impotencia, se carcomen al tiempo que el reflejo hace el recorrido  funesto:
            una proyección: aparece un extraño ser.

Perdida en el espejo
no atina el pensamiento, no atina el aullido manso
el corazón vacío
la soledad pondera.
En su reflejo no ha encontrado más que el sustituto del llanto
ha observado que existe un aliado
oscuro pero suyo, muy suyo y muy oscuro.
En su adictivo reflejo se ha enajenado por horas y se ha perdido por días
sus ojos entumidos le disuelven
desintegrando la realidad
desintegrando la suerte.
Este espejo también  susurra, también le mima, le acaricia y también le reta.
el espejo..
Y a la medianoche le aclama
y a la medianoche le calma.
Y a la medianoche le turba, la engaña.
Me hipnotiza y le hipnotizo, me desnudo ante él: mi reflejo.
Me desconozco y reconozco al unísono del tiempo.
El vacío se apodera y del vacío me apodero.
Y me toco y me exploro, me gozo. Me deleito.
De mi, de mi sexo
la observo en mi reflejo, femenino y tan sucio, y tan puro y tan terrible que te seduzco
 y me acongojo en la pena, en la duda, en la puta censura,
en la ceguera.
Me entrego a tu juego.
Me entrego al dulce fulgor del exilio; muero.

La nueva era.

Perdida en el denso y no cristalino reflejo de mi espejo
me invita este a la inocente nostalgia.
Porque la explosión y el arraigo de las viejas conductas impiden que vea de nuevo el verdadero Ser.
Y las lágrimas corren una tras otra vertiendo la sinceridad que me resistía a aceptar.
He tocado fondo:
Dictan hoy la hermosura y la belleza del dolor, seguido de una bondadosa transformación.
Porque el espejo no habla, porque el espejo es producto de su maquinación
maquinando pensamientos que la orillaron a hundirse en un paraíso infernal.
Las llamas que la consumieron.
Las llamas que su oscuro ser construyó; tan atrayentes que te sumergen a creer, a sentir.
Te incitan a ceder.

Y en sus designios, la locura me acoge y me llena.
Saciando un presente, esquivando un futuro, viviendo el pasado;
escapo en mis sueños y en sueños celebro la victoriosa huida huyendo de mí.
Persuadiendo la profecía del tirano, vivo en un refugio inventado.

Reconocerme en lo que fui y dejo de ser
reconocerme en lo que soy y nunca más seré

Reconocerme en la de en frente, en la que no soy yo pero luce como yo.
Porque a medianoche todos mis infiernos hablan a través de ella
Porque a medianoche el silencio me hechiza con su canto, el canto del abismo anunciando la caída
anunciando el vuelo. Un renacer.
La desintegración de lo viejo, la integración de lo nuevo
La contrariedad contradiciéndose a sí.
Los instintos poco menos que intuitivos.
Me llamo Estefanía y con esta tijera corto el pasado, el sufrimiento
Corto la ausencia y trazo un instante, un nuevo conjuro.
Corto el mechón de rizo que me encarcela en la vanidad, en la imagen pasajera, en la apariencia.
Con esta tijera ante mi espejo y siendo testigo mi reflejo corto la tristeza, la melancolía, la inconsciencia.


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