Pero sabía su misión, tomarla entre sus brazos y no voltear de nuevo a verla.
Siguió su camino y, entre el cansancio y la tentación, de nuevo la miró.
¿Qué héroe nos queda para desencantar a Orizaba?
¿Quién podría ahora combatir sus instintos más bajos y subir a la cima de aquel cerro para alcanzar la Verdad?
Ella es hermosa cierto; seductora, hechizera también..
Nadie tan inteligente pondría una prueba tan fácil si no conociese la naturaleza del hombre.
Orizaba, terriblemente hechizada
Orizaba, le queda poco tiempo y los héroes nacidos se perdieron entre siglos.
Si en "Ojo de agua" pudiese yo ver a esa sirena, con ella hablaría antes de intentar llevarla. (Aún confío en que el diálogo -la Palabra- no ha perdido su fuerza).
Tal vez así ella comprendiera que los cobardes tomaron posesión de Orizaba.
Que los hombres ya no buscan la Virtud, sino el Poder.
Que las mujeres que buscaban liberarse, se preocupan ahora aún más por la belleza estética que por aquella que en verdad cuenta.
Le contaría muchas cosas más a esa Sirena, le contaría que en los ríos de Orizaba
el agua que corre
dejó de ser alegre para contaminarse,
algunas veces con sangre.
Que la violencia, la soberbia, arrancó los corazones de los hombres que habitan ese hermoso Valle.
No le digo todo esto para que ella se compadezca.
Le digo lo que ocurre en realidad en esa provincia olvidada en un lugar de Veracruz.
Orizaba ¿temes algún día quitarte el velo que te hechiza por miedo a la Verdad?
Y es que estamos todos tan acostumbrados a la mentira, que es más fácil vivir en ella.
Prometo ir a Ojo de agua, esperar que esa Sirena consienta en mi presencia,
y si es necesario tomarla por la fuerza y dejarla en la cima del Borrego.
Pero si esta leyenda resulta ser nada más que eso: una leyenda, y el encanto resulta ser realidad y no encanto.
Al menos comprobaré por mí misma que siempre fui engañada y que mi esperanza fue en vano.
Más, sin la incertidumbre de esperar al que hubiera pasado.
Orizaba, rinconcito del Cielo, no seas ahora un rincón del infierno.
Orizaba, tierra fértil, que los dioses de ti se compadezcan y de tus raíces un héroe florezca.
No importa que sea este de chayote, de maíz, de barro o chapopote, ¡pero valiente sea!.
Las cosas más fáciles al alcanze de todos son también las más difíciles de conquistar.
Veo mi ciudad y miedo veo.
Veo a mis paisanos, veo un país y seres desprendidos de su centro.
Veo a mis ancestros y veo nubes, árboles y cerros: Amor.
Si mi tierra ha caído, si la Sirena ha vencido, si los hombres niegan su naturaleza y por tanto, así también su espíritu y su fuerza; y deciden ceder al desvarío, a la conformidad y al capitalismo:
Dioses y Diosa, Jehová o Cristo, Budha, Krishna, quién sea que pudiese existir en este basto corazón mío; si es que estás ahí: no te olvides de mi familia y de mí.
Que no consiento en manera alguna esta forma de vivir.
Si nos llaman locos a los que se revelan a lo estipulado por un sistema, que así sea.
Pero que nunca me ciegue yo a ti.
Que entonces seamos la Sirena y yo amigas, para hablar de Orizaba y lo que ocurre en ella; en las noches sin toque de queda, en las noches donde los balazos hieren a familias enteras, en las noches en que los soldados hacen lo que se les ordena. En la noche, que en su oscuridad alberga, la sangre derramada que los narcos y políticos proliferan.
Orizaba, si en mis manos está, convenceré a esa Sirena. Y si ella se niega..
En el mejor de los casos, la contemplaré yo también a ella.
La amaré aun a pesar de su intransigencia, pero no la volveré a visitar para ser una cómplice más de su voluntad.
Mejor me iré al Cerro del Borrego yo sola
y contemplaré el valle de Orizaba, por días, meses.. cubierta de nubes, cubierta de lágrimas, con la neblina que la hace única y que engaña hasta el más astuto humano que en ella penetra.
Añorando que la nieve del Citlatépetl deje correr nuevos ríos que limpien y purifiquen los corazones de todos nosotros, para así perdonar y hacer de la Justicia una realidad.
Orizaba hermosa y terriblemente hechizada.
Tierra fértil que me vio nacer y que también yo desprecié una vez.
Orizaba:
Rinconcito del cielo, no seas ahora un rincón del infierno.
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